Biotecnología y Bioinsumos, los ejes de la próxima revolución verde
Según explica Florencia Budeguer, Lic. en Biotecnología, Universidad Nacional de Tucumán (UNT,) Dra. en Ciencias Biológicas, Universidad Nacional de Tucumán (UNT) y se desempeña en el área de Transformación genética de plantas y evaluación de bioinsumos y Becaria Posdoctoral de CONICET: “La próxima revolución agrícola estará relacionada con la implementación de nuevas tecnologías que promuevan el desarrollo de la productividad, la sustentabilidad y el cuidado del medio ambiente, todo esto en un marco de inclusión social”.
Considero que uno de los retos de la agricultura actual y del futuro inmediato es mejorar la productividad agrícola de forma sostenible para satisfacer la creciente demanda de alimentos.
Uno de los caminos que propone Budeguer es de la biotecnología verde, enfocada en la mejora de la productividad de los cultivos a través de diferentes herramientas, entre las que se encuentran el desarrollo de los cultivos transgénicos y los bioinsumos como base de la biotecnología moderna.
“Los cultivos transgénicos constituyen la tecnología de cultivos más rápidamente adoptada en la historia de la agricultura moderna. Hasta ahora, se cuenta con un total de 518 eventos Genéticamente Modificados (GM) aprobados en el mundo, con diferentes características de interés agronómico (tolerancia a herbicidas, resistencia a insectos, sequia, virus, etc.), en 43 países diferentes. En países donde se incorporaron los cultivos GM durante años, como EE.UU., Brasil, Argentina, Canadá e India, la tasa de adopción de los mismos está en niveles cercanos al 100%, lo que indica que los agricultores optan por esta tecnología en lugar de las variedades convencionales. ¿En qué nos pueden ayudar los alimentos transgénicos? La ingeniería genética constituye una herramienta valiosa que permite la incorporación de nuevos caracteres agronómicos, favoreciendo el desarrollo de cultivares que serían imposibles de obtener mediante la tecnología convencional. Argentina es uno de los países líderes y pioneros a nivel mundial en la adopción de cultivos GM. La incorporación de estas tecnologías en la agricultura comenzó a mediados de la década de 1990. Desde entonces, el área ocupada con cultivos transgénicos en nuestro país se ha incrementado de manera continua, hasta alcanzar casi la totalidad del área agrícola destinada a la producción de cultivos como soja, maíz y algodón.
Bioinsumos:
“Por otra parte, una alternativa de control que en la actualidad toma cada vez mayor participación en el esquema de manejo de los cultivos, complementando al manejo convencional, es el uso de los bioinsumos, ya que estos representan opciones económicamente atractivas y ecológicamente aceptables. El mayor grado de concientización de los productores agrícolas sobre el cambio climático y la necesidad de utilizar métodos más amigables con el ambiente han impulsado el uso de bioproductos agrícolas, cuya utilización a nivel mundial es creciente año a año para combatir plagas agropecuarias”.
“Si bien para la percepción pública la utilización de la tecnología de los cultivos GM y la utilización de bioinsumos para contrarrestar una misma problemática sería una dicotomía, desde mi punto de vista y con una visión futura, deberíamos aprovechar las bondades de cada tecnología y trabajarlas en conjunto, de forma de incrementar la productividad y sostenibilidad económica, ambiental y social de los distintos cultivos. Considero que las diversas estrategias que nos brinda la biotecnología podrían ser una herramienta clave en la lucha contra el hambre y la pobreza, especialmente en los países en desarrollo. Debido a que dichas estrategias pueden proporcionar soluciones en casos en los cuales el mejoramiento convencional ha fracasado, resulta de gran ayuda en el desarrollo de cultivares capaces de sobrevivir en entornos difíciles en los que gran parte de la población pobre del mundo vive y se dedica a la agricultura. En mi opinión, este es el principal reto político para el futuro” concluye.
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